Hay otra textura en las manos, otro aroma en la piel, otra sensibilidad en los labios, otro resplandor en los ojos, otra tensión en los cuellos, otra reacción al contacto, otra noción de proximidad, otra cosquilla en las espaldas, otra calidez en los cuerpos, otro ritmo en la respiración. Aunque todo se vea igual, aunque el contexto no varíe, aunque parezcan las mismas personas de hace minutos atrás.
Podemos pensar que nada cambia pero hay otro sabor en esas bocas que se besan después de haber brindado.